CON PILOTO DIESTRO, NO HAY MAR SINIESTRO

dimarts, 18 d’agost del 2009

Gafe superlativo

Como decíamos ayer…..
Ha pasado mucho tiempo desde mi última anotación, después de unos días de vacaciones, vinieron jornadas con exceso de trabajo, originadas por esas cortas vacaciones y otros días en el que ha podido más la holgazanería que cualquier cosa de provecho. Tengo que decir que me ha costado mucho encontrar ese momento de calma y sosiego que requiere el poner en orden y por escrito algunas ideas y recuerdos y que, oh maravillas! siempre hay quién lo hace con extrema facilidad; no así a otros, como es mi caso, a los que nos cuesta sangre, sudor y lágrimas el conseguirlo. Ya lo decíamos en mi época de estudiante en la Escuela de Náutica, el que vale, vale y el que no, a náutica.
Bien, en colación a lo escrito en mayo, quiero hacer referencia a los GAFES, así, con mayúsculas. Quién no ha tenido un episodio en su vida que no le ha hecho pensar que realmente es gafe.
Gafes, los hay minúsculos, mayúsculos y superlativos. El gafe minúsculo es aquel, cuyo mal fario es realmente inofensivo y hasta podríamos decir divertido, creo que en este grupo estamos el 90% de los mortales.
El gafe mayúsculo es aquel cuya mala suerte comienza a ser preocupante para cualquier hijo de vecino y andar en sus proximidades puede resultar incómodo y quizás peligroso.
Pero el SUPERLATIVO es aquel al que hay que dar un resguardo de más de 100 millas, porque aquello que crees que ya no puede pasar, eso precisamente, es lo que pasará. Es altamente peligroso y difícil de evitar.

M/N Ciudad de Palma de la Compañía Trasmediterránea

Allá, en la década de los 80 y poco antes de salir de puerto con destino a Barcelona, se procedió al relevo en el mando del buque, del Capitán titular por otro procedente de vacaciones, el cual era y es conocido por la aureola siniestra que lo acompaña y con un largo historial de hechos curiosos, por llamarlos de alguna manera.
Nosotros en previsión de posibles males, colgamos cabezas de ajo en los lugares estratégicos del barco (Puente, Sala máquinas, TSH, etc. ) para intentar paliar los terroríficos campos magnéticos negativos que irradiaba el hombre, (por otra parte, una magnífica persona, compañero y gran marino). Por si esto fuera poco, la oficialidad del barco, optamos por colgar de nuestros cuellos, una ristra de ajos en el momento de su recepción a bordo.
¡Pueden ustedes imaginar los comentarios del nuevo Capitán, al embarcar y encontrarse desde el 1er Oficial hasta el Alumno con la ristra colgada del cuello!
Una vez efectuado el relevo y tomado el mando por el nuevo Capitán, a la hora prevista iniciamos la maniobra de salida de Palma hacia Barcelona. A la hora y cuarto aproximadamente de la salida de puerto, y a la altura de la Isla la Dragonera, notamos una fuerte y rápida escora a estribor y una importante reducción en las vibraciones, que hacían presagiar una gran disminución de la revoluciones de los motores. Al momento, suena el teléfono desde el que el Oficial de guardia nos comunicaba que el timón se había ido todo a estribor y que el servo no obedecía, habiéndose quedado todo el timón a la banda y que no conseguía llevarlo a la vía, por lo que había parado el giro de las hélices.
Rápidamente nos dirigimos al puente. Por el camino me encuentro con el Capitán relevado, el cual viajaba en calidad de pasajero, y al preguntarme que pasaba, creo que nada más tuve tiempo de decirle, ¡Ya empezamos…..!
Al comprobar que desde el puente era imposible mover el timón, junto con el 1er Oficial de Máquinas y un timonel, nos desplazamos al local del servo, para intentar arreglar el problema. Después de varios intentos infructuosos, y de consultar con el Capitán, procedimos a activar el sistema manual de emergencia del timón, que consistía en manejar el timón desde el local del servo, situado en popa y bajo la flotación, con un repetidor de la giroscópica, comunicación con el puente mediante un teléfono autogenerado y con mucha fuerza en los brazos ya que la rueda actuaba casi directamente sobre el macho del timón y la resistencia solo era desmultiplicada por dos cilindros hidráulicos.
Solamente nos quedaban unas 100 millas hasta Barcelona!!
Una vez estabilizado el tema navegamos de esta manera hasta Barcelona, relevando al timonel cada 2 horas, siempre acompañado por otro timonel. No quiero recordar lo incómodo que era gobernar el barco desde el local del servo (ruido, poca ventilación, luz artificial, temperatura, olor, movimiento, etc.) Estoy hablando de algo más de 6 horas.
Por fin teníamos la bocana de puerto a unas 15 millas (algo menos de una hora) cuando de repente se cierra en niebla. ¡Fantástico, gobernando desde el servo y cerrados en niebla!. Comunicamos con Prácticos y nos informan que la niebla es persistente y que la visibilidad en puerto no alcanza los 15 metros. Resignación total y absoluta… y para adentro.
Ya entrando en puerto, y para acabar de redondear la singladura, tuvimos una caída momentánea del cuadro eléctrico.
Después de todas estas circunstancias, amarramos sanos y salvos y con el convencimiento de que ni los ajos habían podido librarnos de semejante GAFE.
El Capitán saliente, vino al puente a despedirse y en voz baja me dijo al oído: Se nota quien ha embarcado…….